Mi experiencia en la ruta de Vilassar
Estábamos saliendo de la pandemia y las medidas de seguridad se estaban lentamente aflojando. Tanto dentro de nuestros taxis como fuera de ellos cumplíamos con las normas de seguridad anti-COVID para no poner en riesgo a nadie que quisiera utilizar nuestros vehículos.




Por la tarde, recibí la llamada de una joven que tenía puesto el manos libres para que su pareja también pudiera escuchar la conversación. A ella se la notaba muy decidida, sabía lo que quería contarme, pero no estaba segura si nosotros dábamos ese tipo de servicio: llevarles a su boda.
Le contesté que, por supuesto, podía llevarles el día de su boda en uno de nuestros taxis, el que más les gustase, ya que una vez reservado el vehículo, quedaría a su disposición durante las horas que lo reservaran. La noté muy emocionada y a su pareja también le escuché de fondo celebrarlo. Eran momentos difíciles; para ellos, su alegría en aquel momento era ir rellenando poco a poco la lista de cosas pendientes y parecía que el tema del vehículo estaba resuelto. Cogí una libreta que tenía cerca para ir tomando nota de todos los detalles importantes que me estaba a punto de contar:
Cinco invitados, entre los que estaban incluidos tanto el padrino como la madrina.
Solamente iba un niño de un año, por lo que necesitaban una sillita de seguridad.
Querían reservar dos coches: por un lado, el Mercedes Benz Vito que llevase a los invitados, y por otro lado, el Tesla Model S para los novios.
El día antes me darían una caja con flores para adornar los tiradores de las puertas de ambos vehículos.
La reserva sería desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde, ya que iban a hacer solamente una comida familiar sin mucha más fiesta.
Una vez dejados en el restaurante a las doce, el taxi Tesla Model S podría irse, ya que para el regreso a los domicilios utilizaríamos el Mercedes Benz Vito, ya que cabían perfectamente los ocho pasajeros.
Iba anotando todo, me apunté la fecha y les felicité por tan bonita decisión. El día antes de la boda, quedamos tal como habíamos acordado para que me pudieran dar las flores. Se acercó a mi taxi una pareja joven, con la mascarilla puesta, por lo que solamente pude verles los ojos. Se les notaba felices. Dentro de una caja me dieron ocho ramilletes de flores color blanco con rosa.
Tanto yo como mi compañero nos levantamos muy temprano esa mañana. Queríamos dejar los coches perfectos y atar los ramilletes en las puertas. Nos pusimos camisa y chaqueta para poder dar un mejor servicio en un día tan importante y único para la pareja. Fuimos a recoger primero a los invitados donde nos indicaron. Allí ya estaban todos en grupo esperando; en brazos de un hombre había un niño pequeño que sentamos en la silla de seguridad.
Nos levantamos muy temprano esa mañana. Queríamos dejar los coches perfectos y atar los ramilletes en las puertas.
Me dirigí al Ayuntamiento de Vilassar. Los pasajeros, invitados de la boda, fueron saliendo lentamente del vehículo y entrando en fila al Ayuntamiento para poder tomar asiento y quedar a la espera de los novios. La verdad, no tardaron mucho en llegar. Pude ver entrar a mi compañero en su Tesla blanco adornado con flores, aparcando justamente en la entrada. Salió primero el novio, que se quedó unos segundos abrochándose correctamente la chaqueta y después, con ayuda de mi compañero, vi salir a la novia, preciosa de blanco.
Nos quedamos fuera, hablando y esperando a que la ceremonia terminase. Después les vimos hacerse muchas fotos para mantener ese momento en el recuerdo para siempre, y nos pidieron hacerse fotos también con nuestros vehículos, que estaban adornados especialmente para la ocasión.
La sesión de fotos fue larga, pero nosotros esperamos pacientemente sentados en nuestros vehículos para no interrumpir ningún momento ni de la pareja ni de la familia. Una vez finalizada la sesión, les llevamos al restaurante que nos solicitaron. Les dejé lo más cerca posible de la entrada. Mi compañero dio media vuelta con su taxi y se despidió de mí con la mano. Vi cómo se alejaba, ya que su reserva había finalizado para esa boda.
Fue una celebración diferente, pero muy bonita y única. El regreso a los domicilios estuvo lleno de risas, conversaciones y de alguna canción para amenizar el trayecto. Como dije, habíamos salido de un momento muy difícil y trágico para muchas familias, así que me alegra poder contar esta experiencia de cómo pude ayudar a ser felices a una pareja, simplemente llevándoles a casarse.